martes, 19 de enero de 2021

Testimonio de Blanca Carrasco

 

Blanca María Carrasco es una joven estudiante de Magisterio que ha entregado dos veranos de su vida a la misión evangelizadora de la Iglesia. Con motivo de la Jornada del Domund 2020, dio su testimonio en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. Les ofrecemos el resumen de su testimonio, en el curso del cual afirmó con fuerza: «Todos los que estamos aquí somos cristianos y tenemos la misma misión: ID AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMAD EL EVANGELIO».

He tenido la gran oportunidad, regalo y privilegio de poder ir dos años de misiones a Ecuador. El primer viaje fue en 2017 y el segundo en 2019. Me fui con la Asociación Pública Internacional de Fieles Hogar de la Madre. Han sido las mejores experiencias de mi vida. Es muy bonito, porque creces.

 Primero, me gustaría diferenciar dos conceptos que muchas veces ligamos: «hacer voluntariado» no es lo mismo que «ir misiones». Hacer voluntariado es dar una ayuda más humana y material. Ir de misiones es el «pack completo», ayudas mucho, pero lo fundamental es anunciar el Evangelio y dar a conocer a Nuestra Madre. Un sacerdote contaba que cuando una persona va a dar un bocata a un pobre, si no tiene a Dios dentro, si no está en gracia, solo le da el bocata. En cambio, si esa persona está llena de Dios, le das mucho más. Lo mismo pasa con las misiones, de poco vale una ayuda material y humana si realmente no estás en paz con el más importante.

 Siempre he deseado irme de misiones. Había tenido experiencias de voluntariado, pero deseaba algo más. Estamos muy centrados en nuestros estudios, mi casa, mis comodidades, mi, mi, mi… y eso nos impide ver las necesidades de los demás. Me ayudó a salir de mi misma, dejar mi tiempo, mi verano, mi playa… para centrarme en los demás y entregarme. Te hace ver lo que Dios te regala día a día, valorar lo que te da y lo que te quita, y siempre aceptarlo y amarlo.

 Ahora podéis pensar: «Muy bonito esto que cuentas, pero luego cuando vuelves a  la rutina, ¿cómo podemos seguir ayudando y evangelizando?». Todos los que estamos aquí somos cristianos y tenemos la misma misión: «ID AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMAD EL EVANGELIO». Queridos ancianos, matrimonios, jóvenes y laicos, os animo a salir de vosotros mismos en el día a día. Ancianos, podéis rezar por todos los misioneros y por los países a los que ellos van. Matrimonios, podéis ir con vuestros hijos al Cotolengo o a Don Orione, dónde se necesita mucha ayuda. Jóvenes, id a rezar el rosario fuera de las clínicas abortivas y rezar por esas mujeres…. No hace falta irse a otro país para anunciar y dar ejemplo cristiano. El día a día está lleno de oportunidades para darse y entregarse. Os animo que hoy meditéis el Evangelio de San Mateo, capítulo 25:

 «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí».

Entonces los justos le responderán, diciendo:

 «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?»

 Respondiendo el Rey, les dirá:

 «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis».