martes, 19 de abril de 2016

MORIR AL LADO DE MI AMOR

Emotivo escrito de nuestro delegado, Arturo, a las siervas fallecidas del Hogar de la Madre




“Morir al lado de  mi amor”

Cuando yo era niño, mi madre ponía de vez en cuando una cinta de música en que el cantante cantaba, entre otras, una canción titulada “Morir al lado de mi amor”, en la que el autor se imaginaba el momento de su muerte, acompañado de la mirada de su esposa. Así deseaba morir: con ella mirándolo; y mirándola.
Quieren ser estas palabras un agradecimiento sincero a la hermana Clare, Sierva del Hogar de la Madre, y a las cinco postulantes fallecidas -o mejor dicho, que han “entrado en  la Vida”- en la misión de Puyo, Ecuador, a causa del reciente terremoto.
Los misioneros permanecen hasta el final con las personas que el Señor les confía en la misión. Compadecen con ellas, es decir, hacen suyas sus gozos y esperanzas, sus sufrimientos y tristezas, hasta las más profundas. Compadecer es mucho más que compartir: es algo que se hace entraña de sus entrañas.
La hermana Clare murió como había vivido: esposa enamorada de Jesucristo, entregada en cuerpo y alma a todas las personas que el Señor le iba confiando, en especial a sus pequeños y queridos amigos: los niños, e irradiando la alegría de su Esposo.
Ella se durmió en el Señor. El esposo la arrebató para sí como ladrón en la noche. Jesús tomó a la que, por la profesión religiosa, se entregó totalmente a Él como esposa. Se la llevó con cinco hermanas suyas tan queridas, en racimo, y con tantos otros “humildes y pequeños hermanos” del Señor.
Por eso estoy cierto que la hermana Clare nos estará cantando con melodía del cielo, algo así como aquella canción que ponía mi madre: “Morir al lado de mi amor”.

Arturo J. Otero
Delegado de Misiones de Alcalá