martes, 17 de noviembre de 2015

TESTIMONIO DE EXPERIENCIA CORTA DE MISIÓN DE JOSÉ JAVIER

"Si quieres hacer reír a Dios,cuéntale tus planes", con estas palabras tan hermosas de la película Bella empieza José Javier el testimonio de su experiencia corta de Misión el pasado verano en Ecuador.


“Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Así comenzaba la película de Bella, y así comenzó la aventura de ir de misiones a América. El formador del seminario nos propuso a dos seminaristas hacer una experiencia de misión en Ecuador, algo que ninguno de los dos podríamos imaginarnos. La aventura comenzó con los preparativos, reuniones, vacunas, mochilas, envío de nuestro obispo, hasta que al fin nos embarcamos junto con dos personas más a esta experiencia en Latinoamérica. Era la primera vez que iba de misión, sin saber muy bien qué era lo que teníamos que hacer y decir allí, cómo nos recibirían y si estábamos o no a la altura de esta misión que nos encomendaba la Iglesia. Pero el Señor hace las cosas muy bien y bendice sus obras capacitando a los que envía.
Nuestra misión tuvo lugar en tres lugares distinto, siendo el tercero el más especial. En primer lugar estuvimos en un colegio en Playa prieta, el cual llevaban unas religiosas. Estuvimos hospedados durante diez días allí, ayudando con las clases de religión y contando qué hacíamos en su país, intentando ser testimonio de lo que Dios ha hecho en nosotros y de la alegría que el Papa Francisco tanto les insistió en la visita que tuvo a Ecuador un mes antes de que llegáramos. También, visitamos muchas de las casas del pueblo donde estábamos, llevándoles alimentos, la Comunión, visitando a los enfermos, y evangelizando las casas mediante el Sagrado Corazón.

 El segundo sitio donde estuvimos fue Chone, una ciudad más grande y capital de provincia. Allí nos alojamos en la parroquia de San Cayetano, viviendo con los dos sacerdotes. Fue una experiencia muy enriquecedora especialmente para dos seminaristas, ya que pudimos vivir experiencias muy cercanas al ministerio que si Dios quiere un día recibiremos. También, pudimos trabajar en unas fincas sembrando maíz o café. Dimos muchas catequesis a jóvenes y adultos, y participamos en muchas actividades de la parroquia como por ejemplo una marcha por la vida.
Finalmente viajamos al otro lado de Ecuador, a una diócesis que está ya en el Amazonas: el Puyo. Fue la experiencia más gratificante, ya que pudimos entrar en comunidades indígenas shuar, tras muchas horas de caminata por la selva. El haber podido estar unos días con la comunidad, comiendo y jugando con ellos, participando de sus actividades, y lo que es más importante: llevándoles a Jesús. Celebramos con ellos la Eucaristía, rezamos el rosario, tuvimos catequesis, hicimos un viacrucis con madera, etc. La alegría con la que fuimos recibidos es algo impagable. Fue algo increíble poder estar con el P. Pedro, sacerdote diocesano que entrega cada día su vida por llevar el evangelio a cada una de las comunidades indígenas que tiene a su cargo. Gran ejemplo sacerdotal.
Doy gracias a Dios por esta experiencia de misión en Ecuador, por tantas y tantas personas a las que pude conocer, por tantos testimonios y encuentros. Ahora queda rezar por aquello que pudimos sembrar, poniéndolo en las manos de Dios y con agradecimiento decir que “somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer” (Lc 17,10)
José Javier Alumbreros López
Seminarista de Alcalá de Henares