jueves, 5 de mayo de 2016

EXPERIENCIA EN ECUADOR TRAS EL TERREMOTO

 "El sufrimiento tiene la capacidad de hacer brillar también la bondad a la que está llamado el corazón humano", así habla la hermana Paqui a su regreso de Ecuador tras el terremoto.



Me piden que cuente como ha sido mi experiencia la semana pasada en Ecuador. Voy a intentarlo, aunque reconozco que no me resulta sencillo. Han sido muchas las emociones y sentimientos también encontrados.
Tras conocer la noticia del terremoto en Ecuador en el que ha sido afectada gravemente una de nuestras comunidades: una hermana y 5 jóvenes fallecidas, y 3 hermanas y dos jóvenes heridas., tuve el “regalo” de poder ir con el fundador y la Madre General a visitar a nuestras hermanas y ver la situación actual.
¿Cómo encontré a las hermanas?...  Con un cuerpo totalmente magullado, llenas de dolores, pero con un espíritu fuerte y una sonrisa en la cara, intentando ver en todo, la voluntad de Dios y sobreponerse a una experiencia terrible. Para las hermanas que se turnan en cuidarlas es un privilegio. Ciertamente están sufriendo, sobre todo por la muerte de la Hna. Clare y de las chicas, pero el Amor es más fuerte que la muerte y sabemos que lo que permite el Señor es siempre para nuestro bien.
¿Las familias? Sufriendo. Muchas han perdido todo, sus seres queridos, sus casas, sus bienes… y ante un sufrimiento tan atroz corren el peligro de perder también la esperanza. Lo único que no pierden es el miedo. La gente vive en una continua inseguridad, al menor movimiento renace en ellos el temor y la angustia. Aquí está la gran batalla, conseguir elevar la mirada y darnos cuenta de que estamos hechos para el cielo, donde ya no habrá llanto ni sufrimiento ni miedo, donde gozaremos eternamente del amor de un Dios tan bueno.
¿Las ciudades? El centro de Portoviejo totalmente devastado, viviendas, edificios públicos, hospitales… Lo que no consiguió demoler el terremoto lo deben hacer ahora los trabajadores, porque las estructuras que quedaron en pie no son seguras, poco a poco se van derrumbando más y más edificios.
¿Nuestro colegio? Todo el edificio ha quedado reducido a escombros. No queda ni una pared en pie. Solo las aulas de primaria no se derrumbaron, pero están totalmente agrietadas, paredes y suelo, y habrá que demolerlas. Tendremos que comenzar de nuevo. Más de 400 niños estudiaban allí  y muchas familias vivían de su trabajo en la escuela. Estamos en manos de Dios y Él hará resurgir todo incluso con más belleza.
El sufrimiento tiene la capacidad de hacer brillar también la bondad a la que está llamado el corazón humano. Muchas personas están volcándose en ayudar a los que han sido más afectados. Colaboran con lo que tienen: comida, medicinas, ropa, y sobre todo es impresionante los que colaboran con sus vidas, poniendo todo su tiempo a disposición para hacer reparto de alimentos o cuidar a los enfermos.
Por último me gustaría aprovechar para agradecer a la diócesis de Alcalá todo su apoyo. Desde el comienzo nos hemos sentido totalmente arropadas. Comenzando por Don Juan Antonio, que se comporta con nosotras como un verdadero padre. Los sacerdotes, de los que hemos recibido mucho cariño y una visión sobrenatural de las cosas que nos ayudaba a vencer la tristeza y elevar la mirada al cielo, uniéndonos a Maria, como nos dijo uno de ellos, para sufrir con Ella y como Ella, tomando la fuerza de sabernos miradas por Jesús. Cáritas, que han sido con nosotras una verdadera familia, facilitándonos todo y tratándonos con una delicadeza asombrosa. Y como no, la delegación de misiones, cuyos voluntarios han estado disponibles para ayudar en lo  que hemos necesitado.
Termino estas letras pidiendo oraciones, para que el Señor fortalezca a los que están sufriendo, y para que en todos nosotros brille la certeza de que Dios lo puede todo, lo sabe todo y nos Ama.