Vivir la alegría del Evangelio
"Para que los seminaristas y los novicios y novicias
tengan formadores que vivan la alegría del Evangelio y les preparen con
sabiduría para su misión."
Y es también lo que pedía el mismo Papa a los obispos de
Burundi, una Iglesia joven, con muchas vocaciones, llegados a Roma en visita ad
limina:
"No puedo dejar de alentaros a cuidar la formación de
los seminaristas, a los que el Señor llama en gran número en vuestro país, y me
alegro de la reciente apertura del cuarto seminario mayor. Además de la
indispensable formación intelectual, los futuros sacerdotes también deben
recibir una sólida formación espiritual, humana y pastoral. ¡Son los cuatro
pilares de la formación! En efecto, durante toda su vida, en la cotidianidad de
sus relaciones humanas, llevarán el Evangelio a todos; en el ministerio
sacerdotal no debe haber «un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral,
así como tampoco una sacramentalización sin otras formas de evangelización»
(Evangelii gaudium, 63). El diálogo personal que el seminarista mantiene con el
Señor es el fundamento de todo itinerario vocacional. De esta fuente deberá
brotar el impulso misionero del sacerdote, llamado a «salir» decididamente de
sí mismo para anunciar el Evangelio. Hoy las vocaciones son frágiles, y los
jóvenes tienen necesidad de ser acompañados atentamente en su camino. Deben
contar con formadores sacerdotes que sean verdaderos ejemplos de alegría y de
perfección sacerdotal, que estén cerca de ellos, compartan su vida y los
escuchen verdaderamente para conocerlos bien y guiarlos mejor. Sólo de este
modo se puede realizar un discernimiento correcto y evitar errores
desagradables".
OMPRESS-ROMA (1-06-16)