Para Cesar Gil "salir de tu tierra" es una actitud de corazón
César Gil es un sacerdote de la diócesis de Alcalá de Henares
que en breve “Saldrá de su tierra” para ir a una misión en el Alto (Bolivia).
Anteriormente ya había estado allí unos años, pero por asuntos familiares tuvo
que regresar a España.
Cesar, empieza por
contarnos cómo despierta en ti el espíritu misionero
Para mí siempre la vocación sacerdotal tuvo una dimensión
misionera. Incluso fue lo primero que pedí a don Manuel Ureña, nuestro primer
obispo complutense, nada más ordenarme. Éramos tres diocesanos, los primeros
que ordenaba en la recién creada diócesis de Alcalá. Juan Carlos Merino
(vicario en Madrid), Pablo Seco (con el tiempo marchó con el IEME al Japón, y
allí sigue) y un servidor. Me acuerdo que pensó el obispo que le iba a pedir me
diera permiso para ir a Roma a estudiar o algo así... Y se alegró mucho de mi
petición. Por lo que se ve, sus manos que nos impuso, llevaban aires
misioneros, porque dos de tres son mayoría...
¿Cuándo y por qué te
vas al Alto?
Pues ahora que respondo a estas preguntas tendría que estar
ya por allá. Pero tengo incluso que demorarme algunos días más, espero que no
me exijan la Visa y eso me demore más. Y respecto al por qué, ahora es volver a
un sitio conocido, donde pude estar bien respecto a la altitud (el altiplano de
unos 4 mil metros), la comida, etc... Y la primera vez fue la pura providencia.
Fui con el Delegado de Misiones a ver dónde había peticiones para ir a ayudar
en las misiones y la pastoral de iglesias jóvenes. Y eran cientos de papeles
con peticiones. Así que fuimos a un mapa mundi y poco más poco menos pusimos el
dedo y salió Bolivia, y luego unas cosas y otras me acabaron llevando a El
Alto.
Háblanos sobre la vida
diaria en el lugar donde estabas
Me estoy alargando, me parece, en las respuestas. Y esta
pregunta, sí que sería para contar despacio cosas. Porque lo que recuerdo de mi
primera estancia es que no había una vida diaria fija, como una rutina normal.
Era se podría decir cada día su afán. Eso sí, no podías sino ir al ritmo de las
cosas que se necesitaban hacer cada día.
¿Con qué dificultades
se encuentra el misionero en estos lugares?
Las dificultades para mí en El Alto, cuando estuve por
primera vez, fueron muy llevaderas, por la mucha fraternidad y acogida que
tuvieron conmigo. Empezando por el obispo de entonces, el español de Murcia
Monseñor Jesús Juárez. Y compañeros sacerdotes también como el padre Pepe
Fuentes también murciano. Me abrieron su casa desde el primer día y me
acompañaron en mi integración.
Pasados los primeros
meses y familiarizado ya con las costumbres, el lenguaje y la forma de pensar
de la gente ¿Qué impresiones y sentimientos tenías?
Pues ahí está la cosa. Que no creas que en unos meses te
familiarizas de verdad. Decía el obispo don Jesús que si se iba para menos de
diez años no se iba de misionero... Como diciendo que hace falta mucho tiempo,
mucho compartir y vivir con la gente para ir entrando en su vida y corazón. Son
especialmente cerrados y de cultura y lengua muy antigua y arraigada las gentes
aymaras que allí viven. Se compara a veces al quechua con el aymara, y siendo
ambos ‘collas’ (frente a los ‘cambas’ de las tierras bajas), el aymara exige
mucho más tiempo y fidelidad en el trato para irse abriendo. No resulta fácil
saber lo que sienten. No son habladores (como no medie la fiesta y el alcohol
tan nefasto), no te dirán aquello que creen que no quieres oír, para no
molestar, pero te puedes ir creyendo lo contrario de lo que piensan. Con la
emigración a la ciudad, y la globalización, se produce un efecto cultural
complejo. En la misma casa puede ser que el abuelo sólo hable aymara y el nieto
o la nieta sólo quieran vestir y cantar según la moda norteamericana. Y si
alguien enferma en la familia unos pensaran en el médico y otros en el
curandero (yatiri), y a lo mejor en los dos. Pero los espíritus, las almas
(ajayus) pensarán todos que se deben tener en cuenta.
Se habla de la soledad
del misionero ¿Has llegado a sentir esa soledad en alguna ocasión?
Particularmente yo, sí. Y muchas veces. Algunas con un
sentimiento más llevadero y nada más, pero otras más profundamente. Pero es una
vivencia privilegiada para ahondar en la presencia del Señor y abrirse a los
que sí que sufren en soledad a nuestra vera.
El próximo 23 de
octubre se celebrará el DOMUND ¿Qué te parece el lema de este año SAL DE TU
TIERRA? Y ¿qué mensaje nos dejarías, antes de irte, tratando de concienciarnos
de la importancia de apoyar al misionero y su labor?
Me parece un lema muy bonito. Y la misión siempre será dejar
un lugar para también ayudar a plantar la Iglesia, y llevar el Evangelio de
Jesús a otra tierra. Siempre será ad gentes, y más allá. Pero la verdad es que
también se puede tomar un avión e ir a un lugar y no salir de tu tierra para
nada. Porque me parece que ‘salir de tu tierra’ de verdad es sobre todo una
actitud del corazón. Como todos sabemos nuestra patrona de las misiones es
santa Teresita. Su actitud, sus sentimientos para con el Señor, su vida de
caridad intensa, eso nos habla de lo que todos podemos hacer, sin importar
donde, por salir de nuestra tierra hacia los hermanos por la misericordia de
Jesús, que este año estamos viviendo. No hay excusa para salir hacia afuera,
salir hacia los hermanos en actitud cercana, servicial, acogedora y
desprendida. El lema es para todos y si en toda comunidad o parroquia se vive
eso, con la gracia del Señor habrá muchas vocaciones también para la misión ad
gentes.
Cesar, muchísimas gracias por este rato compartido. Te
deseamos buen viaje y una feliz misión. Seguiremos en contacto.
Muchas gracias a vosotros. Espero que así sea y cuento con
vuestra oraciones. Gracias.