martes, 4 de octubre de 2016

TESTIMONIO DE MARÍA FRA


María califica su experiencia corta de misión como un auténtico regalo del Señor

Mi experiencia de Ecuador:

Esta experiencia misionera ha sido un auténtico regalo del Señor, siento que no he dado apenas nada pero que he recibido tantísimo. Está claro que no se deja ganar en generosidad, pero es sorprendente como ofreciéndole tan solo “un mes de vacaciones” puede hacer maravillas.
Me ha ayudado sobretodo en mi vida espiritual, a aprender que Dios nos habla en cada momento, y que nosotros debemos estar muy atentos y seguir siempre Su Voluntad, porque solo así seremos realmente felices, aunque objetivamente nuestros deseos, cuando no coincidan, puedan parecer humanamente “mejor opción”. Debemos ser siempre muy generosos con Él, y empezar hoy mismo hasta poder llegar a afirmar como Santa Teresa de Calcuta “no le he negado nunca nada a Dios”.
El hecho de dejar todo en España, nuestras comodidades, nuestras seguridades, llevar el control de nuestras vidas, planes y demás, nos ha obligado a dejarnos en Sus Manos. Yo he aprendido a poner un poco mejor mi confianza en Él, porque por fuerza debías hacerlo, pero lo cierto es que al final se experimentaba que siempre era lo mejor, dejarlo todo en Sus Manos, porque nadie mejor que Él nos podía cuidar.
Verdaderamente siento que no hemos hecho “nada”, pero si tuviera que destacar algo, quizá fuera la experiencia en el EJA y en Playa Prieta. El EJA es el encuentro de jóvenes de la arquidiócesis de Portoviejo donde pudimos aportar nuestro granito de arena en la organización del evento. Fue impresionante ver a tantos jóvenes compartiendo aquella jornada entorno al Señor en un ambiente de oración. Respecto a los días en Playa, fue muy bonita la labor que hicimos en la Escuela, y es increíble la generosidad y la capacidad de asombro que tienen aquellos niños en sus corazones. Estaban súper agradecidos por cada cosa que hacíamos por pequeña que fuera. También fue precioso poder acercarnos a repartir “las canastas” (bolsas que cubren las necesidades básicas, alimentación e higiene) a las familias apadrinadas. Muchas de ellas lo habían perdido todo en el terremoto, casa, trabajo, sin embargo lo que no habían perdido era la alegría y la Esperanza, porque evidentemente no la tenían puestas en las cosas materiales sino en el Señor. Es increíble como a pesar de sus circunstancias no culpaban a Dios sino que seguían agradeciéndole lo poco que tenían. Han sido todo un ejemplo para nosotras.
Ha sido una experiencia muy fuerte que indudablemente nos ha hecho salir de nosotras mismas para intentar ser instrumentos del Señor. En este sentido, todo lo vivido ha sido una bendición, más allá de lo que hemos hecho, y el bien que hayamos podido hacer, porque ha ido de la mano de un acercamiento muy fuerte al Señor y nuestra Madre que han dado sentido a este viaje y han hecho que su valor sea incalculable.

María Fra