martes, 15 de octubre de 2019

TESTIMONIO MISIONERO DE VICTOR

Victor Hervías Bel es seminarista del Seminario Mayor Diocesano "La Inmaculada y de los Santos Justo y Pastor" de Alcalá de Henares. Este verano fue junto con otros seminaristas y el director espiritual del seminario, P. Francisco Rodríguez González, al viaje misionero a Perú. Nos comparte su experiencia.


Testimonio misionero Perú 29 de Agosto 2019

Acompañando el testimonio del padre Francisco, escribo unas breves líneas que expliquen un poco nuestra experiencia como seminaristas en esta misión en Perú. Antes de comenzar, nosotros organizamos nuestro verano junto con los formadores y nuestro director espiritual, para aprovechar del mejor modo posible los casi 3 meses que tenemos sin clases. En ese tiempo José Félix, Sergio y yo hemos tenido la suerte de viajar, junto con el padre Francisco, a Perú, a ayudar en una organización llamada Coprodeli. Esta ONG fue fundada por un sacerdote de nuestra diócesis, Miguel Ranera, hace 27 años y se encarga entre otras cosas de la educación en barrios muy desfavorecidos, fundando colegios católicos que siempre van acompañados de una iglesia.
Hemos tenido la oportunidad de colaborar con ellos realizando un voluntariado pastoral. Acudimos a diferentes colegios de las zonas del Callao (en Sarita y Pachacutec) y algunas ciudades del sur (Lurín, Ica, Pisco y Chincha Baja), donde pudimos ver que, por encima de la pobreza material, el mayor problema era una pobreza espiritual, que tenía que ver con una apropiación de los nuevos valores de la cultura occidental. A través de internet los muchachos (y sus familias) quedaban fascinados por el mensaje de individualismo y la falsa libertad (libertinaje) que ellos ven tanto en series, películas, youtubers, etc. Eso creaba también una escala de prioridades que no se ajustaba realmente a sus necesidades (prefiero un móvil, un televisor grande o cenar fuera el fin de semana a cubrir otras necesidades más básicas pero menos vistosas). Era impactante ver a un muchacho defendiendo antes los derechos de la ideología de género que a tener una vivienda digna o una educación de calidad.
 Frente a ese problema nuestra tarea principal era el testimonio y la catequesis, mientras que el padre Francisco se dedicaba a lo único que nosotros no podíamos hacer: celebraba la Eucaristía y confesaba durante todo el día, acercando a las personas a la misericordia de Dios y haciendo a Cristo presente.
Nuestro día a día en los colegios siempre comenzaba con una lectio con los maestros a primera hora, seguida de la celebración de la Santa misa con los alumnos de secundaria. Allí, uno de nosotros daba testimonio de su vocación al acabar la Eucaristía y ya pasábamos al reparto de roles. Mientras el padre Francisco  confesaba nosotros íbamos por las aulas, desde infantil (3 años) hasta 5º de secundaria (17 años). Dentro de las aulas la cosa variaba mucho (por la evidente diferencia de edad) pero a todos ellos les trasladábamos el kerigma primeramente y luego, en función de las necesidades, íbamos hablando con los muchachos de multitud de temas: mandamientos, comportamiento, vida cristiana, afectividad, proyecto de vida…Todos ellos temas que los profesores y voluntarios veían necesario trabajar con los chavales. Y luego ellos mismos, en cuanto habían cogido algo de confianza, preguntaban sobre todas las dudas que tenían.  Al acabar la jornada lectiva pasábamos junto con el padre Francisco a echar una mano con los padres y las madres (especialmente mujeres en riesgo) a las que Coprodeli ayuda por las tardes. Es algo muy importante que una organización entienda su trabajo como algo global. ¿De qué sirve educar a los hijos si no se ayuda a todo el núcleo familiar? Con la mayor de las humildades, pues uno se siente intimidado al hablar desde su juventud a un grupo así, les indicábamos como llevar adelante su fe, como ayudar a sus hijos en sus familias, tratando de acercarles a Cristo mostrando las bondades de su Iglesia.
Adentrándonos un poco más en la experiencia en sí, las palabras siempre se quedan cortas. Nos ha sorprendido a todos la comunidad que crece en los Barracones, la zona más peligrosa de todo Perú, donde en tres pequeñas capillas los fieles se reúnen para celebrar la Eucaristía y crecer juntos. Ver, en medio de aquel barrio, a estas personas unidas en oración, que buscan perseverar en su camino de fe es para nosotros un testimonio inmenso de la Iglesia en el mundo. Entre toda esta violencia, ellos tienen la oportunidad de plantarle cara y vivir el Evangelio cambiando poco a poco su barrio.
Fue precioso también poder pasar los días hablando con los chavales acerca de todas sus dudas e inquietudes con respecto a la fe. La atención y el respeto que te prestaban, haciendo suyos los conocimientos que tratábamos de transmitirles y mandándose callar unos a otros para poder escucharte te hace consciente de la belleza del mensaje que transmites, que cuando uno se abre a él todo lo demás lo considera pérdida. También descubrir la importancia de la humildad y confiarse al Señor, sabiendo que es El solo el que tiene que hacer florecer la pobre semilla que tú plantas.
Ver, por último, como tu necesidad de oración crece día a día, siendo consciente de que es Dios quien te sostiene, buscando pasar todos los momentos posibles en su compañía. Comenzar el día con laudes, cada clase rezando, celebrar con ellos la Santa Misa y poder llevarle al Señor al llegar la noche tantas personas que has conocido, ponerlas delante de Jesús sacramentado sabiendo que Él se hace cargo es una fuerza tremenda para la tarea que se te presenta. Hoy aún seguimos encomendando a tantas personas que dejamos allí, pidiendo por ellas, manteniéndonos unidos en la oración.
Ha sido una oportunidad increíble, que nos ha confirmado en nuestra vocación. No hay nada como acercar a la gente al Señor, para saber que eso es a lo que quieres dedicar toda tu vida. Ver como Cristo pasa a través tuyo para darse a los demás, y comprobar la necesidad de sed de Dios que hay en las almas de la gente es un incentivo muy grande para seguir progresando en este camino vocacional.