jueves, 16 de julio de 2015

FAMILIA MISIONERA

Visita a la madre de Benjamín, misionero de nuestra Diócesis en Bangladesh.

Ayer tuvimos la ocasión de conocer a la madre de uno de nuestros misioneros. La señora Valentina, de 83 años.

Fue impresionante ver cómo se emocionaba cuando hablaba de su hijo Benjamín y de lo que ha supuesto para ella tener un hijo misionero.

Benjamín es misionero Javeriano desde hace más de 25 años, de hecho, como nos contó su madre y pudimos ver en algunas fotografías, el pasado septiembre cumplió las bodas de plata de su ordenación sacerdotal (que no como religioso).

Benjamín  está desde entonces en Bangladesh, lugar que dos de nuestros misioneros diocesanos visitarán durante el próximo mes de agosto.

Nuestra visita se realizó en un ambiente muy cordial, estuvimos presentes D. Arturo, delegado de misiones y director diocesano de OMP;  Conchi y Patxi (los misioneros que irán a Bangladesh); Nieves, también misionera y del mismo pueblo que Benjamín (Ambite), y Almudena, secretaria de la delegación. Además nos acompañó una tía de Nieves y vecina de la familia.


Valentina, la madre, nos confió cuánto echaba de menos a su hijo, aunque gracias a las nuevas tecnologías podía hablar frecuentemente con él. Algo que cuando se fue, no se podía realizar. En aquel entonces la comunicación era por carta, y podía llegar a demorarse hasta veinte días.

Ella recordaba con especial cariño sus dos visitas allí, y aunque tuvieron lugar hace más de veinte años, las narraba como si hubieran sucedido ayer. Las familias que visitó, los lugares por los que tuvo que pasar, la falta de comunicación por no conocer el idioma… ¡las dificultades de un misionero vistas por los ojos de su madre! Ella le pide que vuelva, que esté más cerca, pero sabe que su lugar es allí, entre sus niños del orfanato y su gente, sabe que su hijo está haciendo una buena labor, y que Dios le pide su presencia en esas tierras tan lejanas.


Nos despedimos de ella con emoción, con muchos abrazos y recuerdos para su hijo, un queso para él (los productos de la tierra se echan mucho de menos), algo de dinero para su misión, y semillas para poder gestionar un huerto allí con tomates, judías, pepinos… También nos hicimos algunas fotos para el recuerdo y prometimos volver en septiembre para compartir la experiencia y más fotos.

Pasamos un rato muy agradable, y le damos gracias a Dios por poder conocer esta cara de la misión.




Almudena López