Les ofrecemos el ritual seguido para la "Vigilia de oración
de la Vida Consagrada con el
Domund". La vigilia fue presidida por Mons. D. Jesús Vidal Chamorro, en la Catedral-Magistral de los Santos Niños Justo y Pastor, el 28 de octubre de 2022.
1.- Monición inicial:
El
pasado domingo, 23 de octubre, la Iglesia celebraba la Jornada Mundial de las
Misiones bajo el lema «Seréis mis testigos», en este año 2022 en el que se han
dado cita varios importantes centenarios relacionados con el mundo misionero,
entre ellos el segundo centenario de la «Obra de la Propagación de la Fe», que
puso en marcha ese movimiento de colaboración con las misiones que hoy
conocemos como el Domund.
En
la Francia del siglo XIX, la Iglesia emergía de la grave persecución de la
Revolución Francesa. Durante el período napoleónico (1804-1815), las Misiones
Extranjeras de Paris solo pudieron enviar a Extremo Oriente dos misioneros. Fue
en estas circunstancias que el Espíritu Santo se posó sobre la joven Pauline
Marie Jaricot, que, tras una vida acomodada y mundana, había encontrado en el
amor de Cristo la felicidad que sus vanidades le negaban.
Pauline
se descubrió «hecha para amar y obrar» y, con solo diecinueve años, escribió
las líneas generales de una asociación a favor de las misiones que tomó el
nombre de Obra de Propagación de la Fe. El compromiso era muy simple: rezar por
las misiones y aportar para ellas una cuota semanal de cinco céntimos. Su plan
tuvo un éxito más allá de cualquier previsión. La idea encendió muchos
corazones y el proyecto se propagó como la pólvora. Cien años después, como
confirmación de su espíritu misionero y de servicio a la Iglesia universal, Pío
XI declaró la Obra de la Propagación de la Fe «Pontificia».
El pasado 22 de mayo de 2022, Pauline Jaricot fue beatificada en Lyon, Francia. De su mano, en esta noche, la vida consagrada de la Provincia Eclesiástica de Madrid se pone en oración, a la escucha de su Esposo «amado sobre todas las cosas» (LG 44), intercediendo por la misión y los misioneros, pidiendo «al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10,2) y recordando, como explica el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año, que «cada cristiano —y de modo especial cada consagrado— está llamado a ser misionero y testigo de Cristo».
2.- Exposición del Santísimo.
3.- Rezo de Vísperas.
HOMILÍA
4.- Lectura de los escritos de Pauline
Jaricot.
De los escritos de la beata Pauline
Jaricot, impulsora de la Obra de la Propagación de la Fe, germen de las Obras
Misionales Pontificias y del Domund, en los que relata su conversión:
«¡Ah!,
está hecho, ¡oh, Dios! Me has vencido. El momento de mi desesperación se transforma
en conversión. Me levantaré, dije entonces, y, puesto que el centro de mi paz
para el tiempo y la eternidad es solo Dios, iré a arrojarme a sus pies. Sí, iré
a mi Padre y me reconciliaré con Él. No será solo por unos días. Una vez que
haya vuelto a entrar en su gracia, no volveré a salir de ella, volveré a Él sin
división, sin reservas, y para siempre me someteré a todo lo que me ordene el
guía que Él me otorgue. Comprendo que la observancia de la ley de Dios es la
única que puede hacerme verdaderamente feliz, y que el mundo, con sus placeres
y pasiones, solo son aptos para secar, agotar y cansar mi pobre corazón. Tales
fueron los sentimientos que me cambiaron de repente; ¡oh, Dios mío!, tal fue el
rasgo de tu amor que me hirió para siempre. Poder amar sin medida, sin
remordimientos, sin interrupción, sin miedo. Esto es lo que yo buscaba sin
sospecharlo, y esto es lo que no encontré fuera de Ti. En Ti encontré la paz,
el descanso y el amor pagado por un amor mayor. Sí, un amor mil y mil veces
mayor por un infinito amor».
Silencio
Canción
5.- Lectura de los escritos de Pauline Jaricot.
Del testamento espiritual de la beata
Pauline Jaricot. Escrito el 23 de agosto de 1856, pocos años antes de morir, en
momentos de gran tribulación, difamada y endeudada a causa de una traición,
cuando no queda otra luz en el horizonte de sus pruebas que su fe en Aquel con
quien ella se ha ofrecido como víctima: Jesucristo.
«¡Mi
esperanza está en Jesús! ¡Mi único tesoro es la cruz!
¡La parte que me ha tocado es excelente, y mi herencia es muy valiosa para mí!
Bendeciré al Señor en todo momento y su alabanza estará continuamente en mi
boca.
¡Que la justísima, elevadísima y santísima voluntad de Dios se cumpla en todo!
(…) Pues, ¿qué me importa, oh voluntad todopoderosa y toda amable del Salvador,
que me quites los bienes terrenales, la reputación, el honor, la salud y la
vida, que me hagas descender por la humillación al pozo más profundo del
abismo? ¿Qué me importa que en este pozo no encuentre agua sino lodo y que esté
sumergida en él por encima de mi cabeza, si en este abismo puedo encontrar el
fuego oculto de tu amor celestial? (…).
¡Oh,
seré mil veces feliz si puedo decir también al morir por ti y por mis hermanos:
“para esto he nacido”, y “mi tarea está hecha”!
Todo
lo espero de Ti, Dios fiel, que nunca permites que el alma sea tentada más allá
de sus fuerzas. Creo que no tropezaré en el camino del Calvario, no te haré
sonrojar cuando llegue el momento supremo, porque siempre me he apoyado en Ti y
no en mí.
Confieso
que soy la debilidad misma, confieso que soy naturalmente temerosa, que me
repugna el sufrimiento y la furia de los malvados que podrían causarme la
muerte, pero no me preocupo en absoluto por los gritos de la naturaleza y no
temo el momento en el que haya de pagar mi deuda de amor a la justicia
misericordiosa, porque he puesto mi esperanza en tu misericordia, que supera
todas sus obras.
Acepto
tu cáliz como la deliciosa copa de tus más dulces bendiciones. Reconozco que
soy totalmente indigna de él, pero aun así espero de ti la transformación, la
unión y la consumación del sacrificio para tu mayor gloria y la salvación de
mis hermanos, especialmente de aquellos que han contribuido a hacerme
merecedora de algo frente a tu mirada».
Silencio
Canción
6.- Oración del Domund 2022.
Concluimos este momento de oración
rezando juntos la oración para el Domund de este año 2022:
Ven, Espíritu Santo, ¡muévenos!
Danos tu fuerza y tu inspiración
para salir del terreno conocido
e ir más lejos, más allá,
¡hasta el confín de la tierra!
Llévanos a redescubrir
la alegría de la fe compartida,
comunicada con las obras sencillas
y con esa palabra justa que Tú das
en el momento preciso
y en el modo apropiado.
Sigue moviendo a los misioneros,
y muévenos también a nosotros
a ir más allá con nuestra oración
y con nuestra caridad.
Haznos vivir la misión
para ser lo que realmente somos:
testigos de Cristo y de su amor.
Amén.
7.- Bendición y reserva