En noviembre visitamos el colegio San Juan Evangelista de Torrejón de Ardoz donde, como siempre, fuimos muy bien recibidos. Tanto la dirección del colegio como los profesores y tutores de primaria tienen un corazón abierto a la misión y pasamos jornadas deliciosas recorriendo una por las aulas. Siempre me impresiona comprobar cómo habla el Señor al corazón de los niños, cómo comprenden la necesidad de Dios que todos tenemos y la urgencia de que los misioneros lleguen a todos los rincones del mundo para enseñar a las almas el camino del Cielo, a través de nuestra común vocación al amor.
«Ahora lo que tenéis que hacer es preguntarle a Jesús qué quiere de vosotros, si quiere que seáis sus misionero, que vayáis a tierra de misión para que estos niños puedan descubrir su vocación al amor». De pronto este niño se desplomó en su silla. Con el rostro radiante de felicidad me dijo: «Hermana, yo creo que sí que lo quiere». Me emocioné. Le dije: «Reza a la Virgen cada noche para que Ella cuide tu vocación misionera».
A veces buscamos «nuevas formas de evangelización» y la
forma más novedosa, porque es una llamada al amor, es precisamente la llamada a
la misión. Es lo que Jesús pidió antes de su ascensión: «Id al mundo entero y
proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15). Y sigue siendo una
herramienta eficaz de evangelización —eficacísima— por el poder con el que el
Resucitado nos envía.